Un trauma es una herida emocional que la persona experimenta tras afrontar una situación de amenaza. A menudo decimos que el trauma supera la capacidad percibida de la persona para afrontar la situación.
Algunos ejemplos de situaciones potencialmente traumáticas pueden ser: diagnósticos, desastres naturales, pérdida de un ser querido o violencia de cualquier tipo. Sin embargo otras situaciones como el abuso emocional continuado pueden ser una fuente importante de estrés y traumatización.
Como consecuencia la persona puede experimentar miedo, tensión emocional y recuerdos intrusivos o flashback, entre otros síntomas.
Superar un trauma no significa olvidar lo vivido, sino aprender a manejarlo para que deje de ocupar tanto espacio dentro de nosotros.
Trauma: qué es
Un trauma aparece cuando vivimos algo que nos sobrepasa, que no podemos gestionar en ese momento y que deja una huella profunda. No depende solo de la gravedad del hecho, sino también de cómo nos sintamos, de nuestra historia y de los recursos que tengamos para afrontarlo.
Hay traumas agudos, generados por un solo suceso impactante; traumas crónicos, cuando el daño se repite durante mucho tiempo; y traumas complejos, que están ligados a relaciones o experiencias prolongadas de dolor emocional. Cada persona lo vive de forma distinta, pero todos pueden afectar a la manera en que pensamos, sentimos y actuamos.
A nivel cerebral, el trauma puede “atascar” ciertas memorias. La parte del cerebro que detecta el peligro se activa demasiado, mientras que la que ayuda a ordenar y entender lo vivido se bloquea. Por eso, a veces, la emoción vuelve con fuerza aunque la situación ya no exista.
Consecuencias de los traumas
Las consecuencias más comunes de los traumas, son:
- Recuerdos intrusivos o flashback del suceso
- Evitar lugares, personas o situaciones que recuerden a la situación traumática inicial
- Hiperactivación o sensación constante de alerta
- Reactividad emocional
- Ansiedad y / o estado de ánimo deprimido
- Dificultad para dormir o pesadillas
- Desconfianza, aislamiento o desconexión emocional
¿Cómo superar un trauma?
Superar un trauma no se hace de un día para otro, pero es posible. Sigue estos consejos para poder superarlo:
Reconocer lo que te ocurrió
Tomar conciencia de lo que ocurrió. Lo que implica tomar contacto con las emociones y permitirse sentir en lugar de reprimir o ignorar lo que experimentamos. Muchas veces intentamos minimizar lo vivido, pero ponerle nombre es el primer paso para empezar a sanar.
Hablar y buscar apoyo emocional
El trauma se alivia en un contexto de apoyo seguro. Dejar de vivirlo en silencio, buscando personas seguras y sanas que sean capaces de escuchar y acompañar sin juzgar. Puede ser una persona cercana, pero también un profesional. Compartir lo ocurrido reduce la carga emocional y ayuda a que la experiencia no quede atrapada dentro.
Recuperar la seguridad desde el cuerpo
El trauma afecta al cuerpo: tensión, respiración acelerada, sobresaltos, cansancio… Por eso es importante incluir hábitos que calmen al sistema nervioso. Dormir bien, comer de forma regular, caminar, moverse, respirar más lento o practicar ejercicios suaves ayudan a recuperar la estabilidad. Cuando el cuerpo se calma, la mente también empieza a relajarse.
Dejar de evitar lo que duele (pero con cuidado)
Es normal intentar huir de los recuerdos o de todo lo que nos lo ha activado. Sin embargo, evitarlo no suele ayudar a largo plazo. Acompañado de un profesional, poco a poco puedes acercarte al recuerdo, procesarlo, darle un sentido y colocarlo en el pasado, donde debe estar.
Recuperar la conexión contigo mismo/a
El trauma puede hacer que te sientas desconectado de tus emociones o de tu identidad. Parte del proceso consiste en volver a escucharte: saber qué necesitas, qué límites poner, cómo cuidarte y cómo tratarte con más compasión.
Entender y procesar la experiencia
Validar y entender todas las reacciones emocionales, psicológicas y corporales. Ser autocompasivo con el proceso te ayudará a avanzar, crecer y volver a sentirse capaz. Ese paso final es una de las señales más claras de la recuperación.
Trabajar la historia con ayuda profesional
La terapia es una pieza clave en todo el proceso y desde diferentes enfoques puede ayudarte a avanzar. La Terapia EMDR, la Terapia Sensoriomotriz o la Terapia Cognitivo-Conductual ayudan a procesar lo vivido y liberar la carga emocional que quedó atrapada. El objetivo no es revivir el dolor, sino transformarlo, integrarlo y recuperar la sensación de control.
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Si sientes que el pasado sigue afectando tu presente, no tienes por qué pasar por ello solo. Estamos aquí para acompañarte, para que puedas recuperar tu equilibrio emocional y volver a conectar contigo desde un lugar más tranquilo y seguro. Contacta con nosotras.