Llega el comienzo de un año nuevo y con este los nuevos propósitos.
Es una buena forma de comenzar cambiando algo que no nos beneficia, que no es saludable o que no nos compensa en nuestra balanza de valores, aunque no nos vemos motivados o con suficientes fuerzas como para conseguir cambiarlo, ya que pensamos que lo hemos intentado en muchas ocasiones sin conseguir cambio alguno.
Por ello vamos a poner de nuestra parte la información que nos ofrece la psicología y así poder cambiar eso que estamos dispuestos a cambiar.
Se trata de reemplazar viejos malos hábitos por otros más beneficiosos para nuestro cuerpo y nuestra mente.
1. Persistir
Mantener las decisiones de cambio, esto suele ser más difícil de lo que parece. Es muy probable que los viejos hábitos regresen con alguna regularidad, con lo cual es importante ver esos reveses como ocasionales y temporales y no como una excusa para abandonar el proceso de cambio.
Tenemos que perseverar en nuestro objetivo, ya que si volvemos a algún habito anterior no estamos en el punto de partida tendremos ganada la experiencia de haber llegado ahí y si seguimos perseverando y recomenzamos después de un revés, conseguiremos día a día nuestro objetivo. Existe un mayor índice de éxito en personas que tenían una actitud no fatalista frente a distintos aspectos de la vida. Es decir si mi alimentación sana un día tiene más dulces de lo que es equilibrado, no ocurre nada, al día siguiente sigo con mi buena alimentación para conseguir una buena salud física. Y dejo de lado ese pensamiento fatalista de “ya está ya fracasé, lo dejo”, contrarrestándolo con persistencia.
2. Plantearse objetivos alcanzables
Estos hábitos que queremos cambiar tienen que ser alcanzables. Objetivos a la medida de nuestras posibilidades y cuya consecución sea medible y verificable, nuestros objetivos tienen que poderse medir de alguna forma para poder verificarlos y ver nuestra evolución.
Es decir, “quiero ponerme en forma”, sería un objetivo poco claro y difícil de medir. Para que sea fácil de medir puedo comenzar diciendo “Voy a andar una hora al dia”.
También es importante ser realista para aumentar las posibilidades de éxito, es mejor elegir un objetivo en el que concentrarse de manera exclusiva, más que tener un montón de resoluciones que intentemos conseguir en simultáneo. Cuando consigamos un objetivo marcarnos otro.
3. Crear redes de ayuda
¿Cuándo son más fáciles los retos? Cuando lo hacemos con amigos o con familiares.
¿A que no es ningún secreto?: Con ayuda, las cosas son más fáciles.
El apoyo de la familia, los amigos e incluso los compañeros de trabajo resulta fundamental para que logremos sostener los cambios y no perdamos de vista los objetivos.
Es verdad que hay estudios que indican que las mujeres tienden a beneficiarse más de estas redes de contención que los hombres. Y son mejores también para ofrecer apoyo. Pero todos podemos beneficiarnos de este gran consejo.
4. Llevar un registro del cambio
Si es verdad que llevar un registro puede ser algo tedioso, pero es una gran ayuda, sobre todo si lo centramos en los pequeños hábitos que queremos cambiar, y en las pequeñas recompensas que a lo largo del proceso estamos teniendo eso nos animará a seguir en la lucha por conseguir nuestro objetivo y nos permite poner en perspectiva los logros acumulados, cosa que suele pasar desapercibida.
Para que resulte más sencillo podemos poner una nota en la puerta del frigorífico anotando la visita al gimnasio, cada vez que he comido lo más saludable o cuando he conseguido cambiar ese hábito por otro que me he propuesto. En este registro es muy beneficioso permitirse pequeñas recompensas para mantener los niveles de motivación, aunque las recompensas no deben de ser el hábito que queremos cambiar, sería una táctica poco adecuada ya que podríamos pensar que hemos recaído por habernos recompensado de forma inadecuada.
5. Entender los disparadores
Existen muchas cosas que nos evocan esos hábitos que queremos cambiar.
Es importante conocer cuáles son esas cosas que nos desatan las ganas de esas viejas conductas que queremos cambiar, para poder evitarlos si queremos desarrollar hábitos más saludables.
Cambiar esos disparadores van a ser medidas sencillas, como no tener galletas en la casa si eso lo que no nos permite alimentarnos adecuadamente aunque sin prohibiciones las cuales también son disparadores de las ganas de comerlas. Para personas que estén dejando de fumar los disparadores pueden ser un café con el que acostumbran a fumar. O entender cuáles son los disparadores del estrés que nos lleva a desear un cigarrillo y atentan contra la resolución de dejar de fumar. Es posible crear nuevos disparadores que desencadenen nuevas conductas, más sanas y a tono con lo que nos hemos propuesto cambiar, como disponer una hora donde comience un programa de televisión para saber que es la hora de ir al gimnasio. También asociar a una actividad placentera al hábito nuevo que instauraremos en nuestro día a dia, por ejemplo para salir a andar una hora puedo quedar con alguien con quien me guste pasar el tiempo o pasear al perro.